martes, 16 de agosto de 2011

Miedo a las 7:07

Una certeza histórica brotó de tu boca ayer antes de que nos despidieramos en el teléfono. Algunas veces me da miedo que decir esa clase de cosas ya sea una costumbre tuya. Si así lo fuera ya no podría indagar entre tus palabras durante mis horas de insomnio, intentando descifrar nuestro siguiente paso. No es importante: ayer entendí que me conviene ir un paso a la vez con todo. Medir los límites de mí misma, ya me dirás tú los tuyos. Son las 7:12 de la mañana. Me desperté hace más o menos una hora. El sueño era una tontería, pero abarcaba mis miedos más escenciales. A eso de las 7:07, cuando aún no se disipaba por completo el fantasma del mal sueño, el cielo estaba entintado de violetas y anaranjados brillantes. Por despertame tantos días tarde, había olvidado ese placer constante y gratuito que ofrecen las mañanas. Algunas veces me da miedo que escribir de manera tan espontánea y sobre ideas tan poco profundas se haya vuelto costumbre mía, pero nunca sobra soltar algunas palabras, si están atoradas todas en la garganta.




1 comentario:

  1. soltar.
    2. tr. Dejar ir o dar libertad a quien estaba detenido o preso.

    Qué acto más generoso para quienes se llevarán nuestros sentimientos, nuestros miedos. Qué acto más genersoso para nuestras gargantas que podrán volver a respirar a gusto. Qué posibilidad de liberarnos al alcance de nuestra propia mano. Qué bendición.

    No dejes nunca de disfrutar el placer de las mañanas y gracias por recordármelo.

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