miércoles, 16 de noviembre de 2011

Culpa

F: Tú no tienes la culpa. La culpa la tienen las circunstancias y esas fueron creadas por personas inconscientes; esa inconsciencia, pues, los redime de la culpa, se las carga de nuevo a las circunstancias. Son patrones; se repiten. La culpa y dios existen para darle un origen a las cosas que no comprendes. Pero no te exijas tanto; no tienes que buscar el origen de los patrones, solo debes conocerlos, observarlos, perdonarlos, soltarlos. La culpa se esfuma así. Dios, bueno, es un asunto que hoy no concierne.

F: ¿Por qué suenas cómo él? Tú voz es la suya.

F: Porque lo que ves en él no es más que un reflejo de ti; en él has inventado una materialización de ti. Y eso, lo haces con todos. Es natural. Ahora puedes intentar observarlo, sin juzgarlo y después valorar si lo quieres por lo que él es en sí (aunque él sólo refleje para ti lo que cree que te funciona y tú sólo veas en él lo que te funciona).

F: Y la muerte. ¿Por qué me agobia tanto la muerte?

F: Porque te has hecho a la idea de que la vida de los otros es precisamente lo que le da valor a tu vida. Su muerte representa la pérdida de valor para tu existencia.

F: ¿Y qué valor tiene mi existencia? ¿Qué motivo?

F: Pues el que tú quieras darle. La razón de existir la determina cada sujeto a partir de sus expectativas (que son reflejo de lo que conocen, que es reflejo de ellos mismos, pues son ellos quienes lo abstraen y lo juzgan). Claramente, existir porque crees que hay otros que dependen de ti no te ha funcionado muy bien. Tal vez es hora de tomar otro camino, replantear tus expectativas.

F: ¿Y qué hago con la muerte?

F: Acéptala. Entiende que la gente muere y deja de existir. Y no hay manera alguna de volver con ella. Obsérvala. Piensa en la muerte como el final de un buen cuento. Te deja con un vacío tremendo, pero con el tiempo se llena por el gozo de leer nuevas historias.

F: ¿Cómo es posible que sepa todo esto, si apenas puedo entenderlo, si no puedo ejecutarlo?

F: Porque lo has leído en otros lados. Porque te lo han dicho. Ahí está por fin: La prueba absoluta de que el conocimiento es útil para el ser humano.